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jueves, 22 de febrero de 2018

El muro de los Lamentos




Viajar por el mundo sin hablar ingles muchas veces me ha favorecido. Puedo hacer mi trabajo fotográfico sin distraerme. Solo mi cámara y yo. Y si alguien me pregunta. No entiendo, no hablo, I don’t speak English y sigo. Pero muchas veces no hablar inglés (ni esforzarme para hacerme entender) me trajeron algunos dolores de cabezas. Me acuerdo en el aeropuerto de Marrakech en África que por no entender lo que me decía el agente de migraciones; casi pierdo el avión y quedo detenido por no tener la visa de trabajo, casi llorando y con ayuda de un Español zafé y corriendo por la pista como en una película Norteamericana llegue a subirme a punto de despegar, pero esa es otra historia para otra foto. Hacía varios días que estaba en una de las ciudades más antiguas del mundo. Jerusalén. La ciudad más sagrada para el Judaísmo y para el cristianismo, rodeada del Mar Mediterráneo y del mar muerto, según la leyenda Jerusalén significa casa de paz. Pero en ese entonces la paz estaba dormida; tapada por el estruendo de las sirenas y de las bombas que estallaban entre Israel y Palestina. Solo se respiraba violencia. No tuve mejor idea que ir hacer fotos al Muro de los lamentos. El muro que quedo del templo que construyo Salomón y que continuaron Esdras y Nehemías a la vuelta del exilio de babilona y que el emperador Tito destruyo, dejando esa parte del muro para que vean que Roma había vencido a Judea. De ahí el nombre Muro de los lamentos, que los judíos han rezado más de 2000 mil años, yo ahí con mi cámara foteando el comienzo de muchas cosas y perdiéndome por el vía crucis, buscando algún rastro de Jesús. El problema creo fue mi barba desordenada y oscura y mi arnés: es un bolso que se cuelga en la parte delanteras y deja que los fotógrafos tengamos las manos libres para poder cambiar lentes sin detenernos, si lo pienso ahora de lejos parecería ser un hombre bomba. En el muro saque esta fotos y me fui a seguir detrás de los rastros de Jesús, en uno de esos recovecos siento que dos oficiales bien armados me gritan fuerte en hebreo, con un poco de miedo hago la gran avestruz y me hago el invisible, doblo y empiezo a caminar más rápido para evitar cualquier mal entendido. En realidad no tenía la certeza que era a mí a quien le gritaban, ahora más cerca escucho que me gritan en ingles (hay una diferencia entre el Hebreo y el ingles abismal) : Stop, turn around and raise your hands. Second warning we will shoot. Y de repente me encontré de cara al suelo, las manos dobladas y mi cámara estallada y un acero muy frio en mi cien y gritos en hebreo y en ingles. Lo primero que pensé fue en mis hijos, Salvador de 8 meses y Carmín que la última vez que la vi fue en la puerta del colegio con seis años cuando me despedí diciéndole que quizás Papá se iría por mucho tiempo, cosas que decimos por cábala. No sé si fue mi amigo Gerardo Carro o Lea nuestro traductor, que llego en el momento justo y se encontró con esta escena. Gritándoles a los oficiales que por favor no me lastimen, no es un terrorista, es un fotógrafo pro Paz que no sabe hablar Ingles. Después de un rato me largaron, levante mi Eos 7d con el uv estallado del 70 200 cambie el lente y seguí fotografiando.

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