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jueves, 10 de abril de 2014

MALVINAS, 

DESDE LA MIRADA DEL RUGBY

 Y LA FOTOGRAFÍA

A pocos días 

de conmemorarse un nuevo 

aniversario de la Guerra de Malvinas, 

el fotógrafo Gonzalo Prados 

recordó su visita a las islas 

con la Fundación Rugby Sin Fronteras. 

Un relato conmovedor

por Natalia Florio.









El fotógrafo documentalista Gonzalo Prados, que es el hombre de las imágenes indelebles de la Fundación Rugby Sin Fronteras, fue entrevistado por El Gráfico, Por Natalia Florio. Aquí, la nota de un apasionado y perfeccionista profesional de la fotografía, digno discípulo de Cartier-Bresson.
"No hay manera de que no te quiebres. Darwin está en la otra punta. Cuando llegás hay mucho viento, en las islas no hay árboles, es todo turba, y cuando vas caminando sólo escuchás el ruido del choque de los rosarios de plástico con las cruces de madera. Cuando entrás, llorás.”

Al llanto le sigue un abrazo eterno entre ex combatientes y la delegación de la Fundación Rugby Sin Fronteras, una organización que de la mano de Juan Bautista Segonds, su presidente, y con el rugbycomo herramienta, lleva un mensaje de paz e inclusión a distintos lugares del mundo. Gonzalo Prados, fotógrafo de la Fundación, es el que recuerda hoy lo que sintió esa mañana en el cementerio argentino. Su cámara captó el momento. Era marzo de 2012. “La Fundación fue cuatro veces a Malvinas. Yo fui cinco días y jugué el partido con los ex combatientes. Malvinas desde el cielo ya es imponente. A la media hora de estar volando se ven las islas tal cual las estudiamos en los mapas. Es impresionante”, cuenta Prados, que de chico jugó en el CASI en la camada 77 hasta la Menores de 21 y que hoy, con 37 años, logró vincular su pasión por la fotografía y deporte en la Fundación. 

“Cuando aterrizás llegás a una base militar. Los argentinos hacen una cola aparte y los fotógrafos otra, porque está prohibido fotografiar a chicos y personas desde la película Fuckland. Igual, como todo fotógrafo, al segundo día publicamos la foto del hijo del gobernador jugando al rugby con nosotros. Era un nene británico de 8 ó 9 años que en Inglaterra jugaba al rugby y cuando nos vio jugando se sumó al partido”, cuenta. El partido se disputó en el único colegio que hay en las Islas y que está al lado de la casa del gobernador. Justamente en ese predio estuvo el hospital del ejército argentino durante la guerra.

“No había haches, las hicimos con caños de pvc. Jugamos un partido por la paz, todos mezclados, ex combatientes ingleses y argentinos y ex jugadores que fueron con la delegación. Pero no fue sencillo armar todo. En las Islas está mal visto ser buena onda con  los argentinos. La gente de más de 40 no quiere saber nada”, relata.

Su experiencia fue, claro, más allá del rugby. “Los isleños no te van a atacar, pero te ignoran. Y eso para un argentino es tremendo. Yo viajé por Zimbabue, Marruecos, Palestina, Europa… y el reconocimiento siempre está. Si no es por Evita es por El Che, Messi, Maradona, Perón, Gardel, algo te dicen. En Malvinas no. Está proscripta la palabra Argentina y prohibido el celeste y blanco juntos. A mí me sacaron una pulserita de Racing en el aeropuerto pidiéndome por favor que me la saque, que era por mi seguridad. Pero la camiseta de Messi, la del Barcelona claro, la tienen todos los nenes, la ves por las calles”, cuenta. 

El trato, igualmente, no fue sencillo. En un supermercado una mujer no lo quiso atender “porque era argentino” y tuvo que pasar por otra caja que atendía una chilena para poder pagar. “En un bar a la noche pedimos unas cervezas y cuando nos las trajeron se levantaron y se fueron todos los que estaban en las otras mesas”, recuerda. Pero destaca el cambio en las nuevas generaciones: “En off, los de menos de 30, hablan bien de la Argentina. Les gusta el fernet, Cortázar y Messi.” El objetivo de la Fundación es justamente eso: unir y dar un mensaje de paz con la ovalada de por medio. “Cuando íbamos caminando con las camperas de la Fundación los chicos nos gritaban que querían jugar. Los chicos no quieren tener ese odio, eso se nota.” 

A Segonds lo recibió el gobernador. “Se encargó de explicarle que no respondía a nadie, que buscaba generar lazos. Su idea hoy es llevar a chicos argentinos a las Islas. La idea siempre es unir.  Después se fue complicando. Una vez estábamos en el hotel y vino el comisario de nuevo a explicarnos todo lo que no podíamos hacer”, explica Prados. Cuenta también que una periodista británica del Penguin News les hizo un reportaje para el diario, el único de las Islas, pero que después terminó teniendo un espacio muy chico en el periódico. 

Esos cinco días en las Islas ayer volvieron a su memoria. En especial la cuarta noche en Malvinas. “Hacía frío, nevaba. Salí a caminar hasta el viejo aeropuerto, bordeando toda la bahía de Stanley. Hacía tanto frío que guardé la cámara y saqué lo más argentino que tenía en mi bolso: el mate. Me puse a tomar mate y empecé a ver las imágenes del viaje y me puse a llorar, quebrado, sin aire. Nunca había llorado así por Argentina. Ver las trincheras, los borcegos, las pilas Eveready, las zapatillas…veías a los pibes. Dolía. Si hay una parte donde te sentís argentino es en las Islas. Ahí fui más argentino que nunca.”

Paris