Los capitanes. Agustín y Diego. El 9 y el 10. No solo quedarán emparentados eternamente con la Selección Argentina, sino también por ser actores fundamentales, cada uno en lo suyo, de los momentos históricos de nuestro deporte. Hoy el mundial los une en la tribuna, pero sus proezas vivirán por siempre en nuestros recuerdos. Todos sabemos lo que estos dos fenómenos hicieron en su momento, pero es inabarcable lo que generaron y siguen generando en la gente. Que bien nos hace verlos juntos festejando, abrazados bajo una misma alegría contagiada desde adentro de la cancha por estos Pumas.El 10 nos marcó un rumbo, pelota mediante nos explicó cómo hay que hacer para ser el mejor. Cada chico que empiece a jugar fútbol y quiera parecerse al Diego, es una victoria para el deporte argentino. El 9 comandó una manada de Pumas que lograron entrar en la gloria para siempre. Cuando la historia la escribía dentro de la cancha, el bronce del 2007 depositó a los Pumas a competir en el Championship y crecer junto a los mejores. Su ejemplo de compromiso aun llega hasta cada rincón donde se respire rugby. Ahora la historia la escribe desde los escritorios de la UAR y su gestión logró un equipo argentino en el Super Rugby. Ese es el legado que Agustín le ofrece a estos jóvenes Pumas. Porque nunca supo hacer otra cosa que darlo todo, adentro y afuera. Se esforzó para jugar contra los imposibles y cuando se retiró, siguió preparándose para llevar al rugby argentino a lo más alto.
Nahuel Romero
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